A veces fantaseo con quedarme con algo de tu esencia en un respiro. Inhalo y pienso en la ligera comezón que me produce el sol sobre la espalda desnuda. Imagino al sol ahogándose en el mar y tiñendo el agua de sangre. Tu aroma también evoca bailar toda la noche en algún lugar del trópico: la obscuridad matizando facciones, el sudor cubriéndolo todo, los cuerpos rozándose apenas siguiendo un ritmo cadencioso. Hueles a rabia, arrebato y deseo.
Toda esta explicación termina siendo una respuesta compleja a una pregunta sencilla. Lo resumí todo, torpemente, en que hueles a madera. Debí imaginar que preguntarías entonces a qué huele la madera. Termino ahora lo que no supe decir entonces: la madera huele a calor, protección y a la promesa de fuego abrasador. La madera huele a ti.
1 comentario:
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