miércoles, 14 de marzo de 2007

De mi extraña relación con el agua

En ocasiones en una noche uno encuentra todas las ganas de escribir que antes le faltaban. Bueno pues así es esta noche. Todó empezó en la mañana, cuando me bañaba. Pensaba que mis padres continuamente se quejan de mi manía de bañarme en la mañana y en la noche. No siempre lo hago, pero de vez en cuando me doy el gusto. No es una obsesión por la limpieza ni mucho menos, en realidad creo que se debe a que considero que el agua es reconfortante, aislante, soothing. No sé porque pero el agua me invita a pensar. El agua cayéndome encima o rodeándome, debo aclarar, porque un vaso de agua lo único que me provoca es ir por uno de coca light.

Uno de mis deportes favoritos para practicar es la natación. Me parece una experiencia inigualable, sobre todo si hay poquísima gente alrededor. Al nadar pueblo mantener mi cuerpo en movimiento y la mente despejada. Todo alrededor es agua: tranquila, callada, transparente. Difícilmente alguien se va a acercar para interrumpirte o para hacerte plática, para cuestionarte. Uno sólo entra, rompe la resistencia del agua con el cuerpo, sale, respira y vuelve a entrar. Caminar bajo la lluvia es una experiencia similar. En general, la gente corre a resguardarse y por unos momentos todo parece acelerarse mágicamente, nadie interrumpe ni observa mucho. Lo mejor es poder quedarse bajo la lluvia y sentir las gotas golpeando la cara. Cuando chispea y uno logra mantener los ojos abiertos, el efecto que producen las gotas al caer es impresionante. Sentir el agua fría mojándote los labios, corriendo por la piel del cuello y colándose dentro de la ropa, deslizándose por la piel, subiendo por los pantalones, escurriéndose dentro de los zapatos es igualmente increíble. Es como si el agua reclamara repentinamente todo espacio y la atención total de todos los sentidos. El olor, el sonido de la lluvia me encantan, la sensación de las gotas frías en la lengua, el agua brillando mientras corre por el empedrado de mi calle...Creo que he pasado mucho tiempo de mi vida admirando la lluvia.

Finalmente, bañarme es otro placer. Siempre he pensado que la sensación es parecida a la lluvia, aunque es un símil bastante lame. Lo que sí es una ventaja es el agua caliente, la lluvia es maravillosa, pero la verdad después de un rato da frío. :) Creo que lo más rico de bañarme es cuando siento como se me moja el cabello. Mi tremenda melena rizada cediendo ante la fuerza del agua. Podría pasar horas bajo el chorro del agua, sintiendo como cada gota me golpea la espalda y luego me recorre.

La cuestión es que el agua me produce un sensación de bienestar. Cuando era pequeña pensaba que tenía que ver con ser piscis, como que eso hacía que todo cuadrara. Si yo era un pecesito de nacimiento entonces me tenía que gustar el agua. Ahora que soy cristiana y que no creo en los horóscopos no tengo explicación alguna, sólo sé que el agua me gusta. Hace mucho que no salgo a bailar descalza al jardín mientras llueve, pero estos últimos días lluviosos parecen estar lanzando una invitación.

Hasta aquí por hoy.
V.

martes, 13 de marzo de 2007

Febrero se me escapó de entre las manos....

A veces pasa; uno se queda viendo fijamente al frente, como venadito lampareado y el tiempo se va. Bueno, pues así se me pasó febrero. As usual tenía un montón de planes, de propósitos, de ideas y nada de nada. En un abrir y cerrar de ojos pasaron los cumpleaños, los deadlines, los corazoncitos y los centros comerciales rosas atestados de gente. Debo confesar que me entró un poco de nostalgia por Madrid. Es raro, cuando extraño Madrid extraño cosas tan x, tan cotidianas... . Extraño hacer el super con Claudia y esperar el bus 83 en el sol, despertar tarde y bajar a desayunar, trabajar en el patio (aunque eso lo pude hacer hasta bien entrado abril), beber cerveza los fines de semana, comer poquito pq el refri está vacío. Sobre todo me sorprende darme cuenta que a la persona que más extraño es a la que más cerca tengo. Extraño mucho vivir con Claudia.
Por otro lado, me pongo a pensar y la verdad es que recordar Madrid me provoca un tanto de dolor. Todo ese tiempo lo pasé lejos de Gilberto. Pensar en eso me provoca una tremenda sensación de vacío, certain regret. Ahora que pasé febrero en México lo mejor fue pasarlo con él. El 14 de febrero, mi cumpleaños, cumplir un año y medio a su lado. Febrero se me escapó de las manos, pero tengo unas horas guardadas en la memoria: El barracuda, el trayecto eterno hacia casa escuchando José-José pero, sobre todo, el Red Lounge encore fois. Mi regalo de cumpleaños!!! (es bellísimo!) mis velas... y Gilberto. Gilberto en mil una formas. Ja, ja, ja, perdón por la miel, pero miso enamorada....y correspondida.

Febrero ya fué.