jueves, 6 de agosto de 2009

Sueños

El miércoles Isa escribió sobre sueños. Después de leer su post me quedé un buen tiempo pensando en eso. En los sueños de sus amigos, en el sueño de Isa; en los sentimientos que puede producir un sueño.

Coincidentemente ese día yo había tenido un sueño, otro más. Haciendo cuentas, tengo más de dos semanas despertando a la mitad de la noche. A veces recuerdo el sueño, a veces no. El del miércoles sí lo recuerdo. Me estuvo siguiendo todo ese día. De hecho ahí a estado, esperando que me encuentre sola para que una palabra, una imagen, un destello lo traiga al presente. Junto a ese hay otros más. No son muchos, en total son 4 -incluyendo el del miércoles- pero me siguen a todos lados. Aunado a esto están las sensaciones que me atacan de la nada. Miedo, frustración, dolor, desesperación: llegan y van haciendo más grande el vacío que siento justo en la mitad del ser. Comienzo a dudar de mi salud mental y, a la vez, comienzo a dudar de la realidad. ¿Qué tal que todo esto es un mal sueño que no termina?

Además de los 4 sueños anteriormente mencionados, tengo un 5°. Toda luz tiene un color azul grisáceo y sólo consigo verme la espalda. Voy subiendo una calle empedrada en bicicleta. Estoy cansada y me cuesta trabajo seguir avanzando, pero cada que el pedal llega al punto más alto, yo empujo con el pie. No tengo idea de a dónde me dirijo. Creo que va a comenzar a llover, pero no me interesa resguardarme. Sólo veo la luz azul a mi alrededor mientras pedaleo. Cuando desperté lo hice asustada primero. Me dio miedo lo sola que estaba, la sensación de frío que tenía, la tonalidad de la luz. Luego, conforme caía en cuenta de estar en la seguridad de mi cama, el sentimiento fue cambiando. "Al menos avanzaba. Me costaba trabajo, pero estaba avanzando". Ese pensamiento convirtió al sueño de pesadilla a esperanza. Cuando los otros cuatro me acechan trato de ahuyentarlos con el 5°. "Al menos avanzaba", pienso.

Ayer, por primera vez en mucho tiempo, dormí toda la noche de corrido. No recuerdo qué soñé. Me alegra. Ya suficiente tengo con la batalla de los sueños cuando estoy despierta. Hoy escribo con miedo de despertar a la mitad de la noche de nuevo.

V.

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