A veces pasa; uno se queda viendo fijamente al frente, como venadito lampareado y el tiempo se va. Bueno, pues así se me pasó febrero. As usual tenía un montón de planes, de propósitos, de ideas y nada de nada. En un abrir y cerrar de ojos pasaron los cumpleaños, los deadlines, los corazoncitos y los centros comerciales rosas atestados de gente. Debo confesar que me entró un poco de nostalgia por Madrid. Es raro, cuando extraño Madrid extraño cosas tan x, tan cotidianas... . Extraño hacer el super con Claudia y esperar el bus 83 en el sol, despertar tarde y bajar a desayunar, trabajar en el patio (aunque eso lo pude hacer hasta bien entrado abril), beber cerveza los fines de semana, comer poquito pq el refri está vacío. Sobre todo me sorprende darme cuenta que a la persona que más extraño es a la que más cerca tengo. Extraño mucho vivir con Claudia.
Por otro lado, me pongo a pensar y la verdad es que recordar Madrid me provoca un tanto de dolor. Todo ese tiempo lo pasé lejos de Gilberto. Pensar en eso me provoca una tremenda sensación de vacío, certain regret. Ahora que pasé febrero en México lo mejor fue pasarlo con él. El 14 de febrero, mi cumpleaños, cumplir un año y medio a su lado. Febrero se me escapó de las manos, pero tengo unas horas guardadas en la memoria: El barracuda, el trayecto eterno hacia casa escuchando José-José pero, sobre todo, el Red Lounge encore fois. Mi regalo de cumpleaños!!! (es bellísimo!) mis velas... y Gilberto. Gilberto en mil una formas. Ja, ja, ja, perdón por la miel, pero miso enamorada....y correspondida.
Febrero ya fué.
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