En ocasiones en una noche uno encuentra todas las ganas de escribir que antes le faltaban. Bueno pues así es esta noche. Todó empezó en la mañana, cuando me bañaba. Pensaba que mis padres continuamente se quejan de mi manía de bañarme en la mañana y en la noche. No siempre lo hago, pero de vez en cuando me doy el gusto. No es una obsesión por la limpieza ni mucho menos, en realidad creo que se debe a que considero que el agua es reconfortante, aislante, soothing. No sé porque pero el agua me invita a pensar. El agua cayéndome encima o rodeándome, debo aclarar, porque un vaso de agua lo único que me provoca es ir por uno de coca light.
Uno de mis deportes favoritos para practicar es la natación. Me parece una experiencia inigualable, sobre todo si hay poquísima gente alrededor. Al nadar pueblo mantener mi cuerpo en movimiento y la mente despejada. Todo alrededor es agua: tranquila, callada, transparente. Difícilmente alguien se va a acercar para interrumpirte o para hacerte plática, para cuestionarte. Uno sólo entra, rompe la resistencia del agua con el cuerpo, sale, respira y vuelve a entrar. Caminar bajo la lluvia es una experiencia similar. En general, la gente corre a resguardarse y por unos momentos todo parece acelerarse mágicamente, nadie interrumpe ni observa mucho. Lo mejor es poder quedarse bajo la lluvia y sentir las gotas golpeando la cara. Cuando chispea y uno logra mantener los ojos abiertos, el efecto que producen las gotas al caer es impresionante. Sentir el agua fría mojándote los labios, corriendo por la piel del cuello y colándose dentro de la ropa, deslizándose por la piel, subiendo por los pantalones, escurriéndose dentro de los zapatos es igualmente increíble. Es como si el agua reclamara repentinamente todo espacio y la atención total de todos los sentidos. El olor, el sonido de la lluvia me encantan, la sensación de las gotas frías en la lengua, el agua brillando mientras corre por el empedrado de mi calle...Creo que he pasado mucho tiempo de mi vida admirando la lluvia.
Finalmente, bañarme es otro placer. Siempre he pensado que la sensación es parecida a la lluvia, aunque es un símil bastante lame. Lo que sí es una ventaja es el agua caliente, la lluvia es maravillosa, pero la verdad después de un rato da frío. :) Creo que lo más rico de bañarme es cuando siento como se me moja el cabello. Mi tremenda melena rizada cediendo ante la fuerza del agua. Podría pasar horas bajo el chorro del agua, sintiendo como cada gota me golpea la espalda y luego me recorre.
La cuestión es que el agua me produce un sensación de bienestar. Cuando era pequeña pensaba que tenía que ver con ser piscis, como que eso hacía que todo cuadrara. Si yo era un pecesito de nacimiento entonces me tenía que gustar el agua. Ahora que soy cristiana y que no creo en los horóscopos no tengo explicación alguna, sólo sé que el agua me gusta. Hace mucho que no salgo a bailar descalza al jardín mientras llueve, pero estos últimos días lluviosos parecen estar lanzando una invitación.
Hasta aquí por hoy.
V.